Es raro que nosotros,
capaces de tanto sufrimiento,
tengamos que infligir tanto sufrimiento.
Las olas, Virginia Woolf
Ernesto Sábato es considerado como una de las grandes figuras de la literatura hispanoamericana. No solo se dedicó a la escritura, también destinó parte de su vida a otros campos como el de la ciencia. En 1937 defendió el doctorado en Ciencias Físicas y Matemáticas, siguiendo su investigación a partir de la beca que le ofrecen para investigar sobre radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie de París. Fue su relación con el movimiento surrealista y con algunos artistas de esta corriente, lo que le llevaron a apartar la ciencia de su vida para dar paso a su época como escritor. Su obra narrativa consta de tres novelas: El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974), aunque también destacó como ensayista con obras como Uno y el universo (1945) o El escritor y sus fantasmas (1963). A través de ellas demuestra su influencia de la corriente existencialista y su forma pesimista e infeliz de ver y tratar la sociedad en la que vivía. Con obras como El túnel o Sobre héroes y tumbas se puede apreciar la repercusión que tuvo en la literatura hispanoamericana de la época, incluidas dentro de las novelas que dieron paso al fenómeno denominado “Boom latinoamericano”. Escritores como Sábato intentaban advertir a través de un estilo nuevo de narración de la verdadera crisis social que estaba sufriendo Latinoamérica y de los tormentosos dilemas culturales del siglo XX. Ese trasfondo social que muestra la realidad del universo latinoamericano en sus obras tiene vital importancia, puesto que refleja las consecuencias de vivir en una sociedad deshumanizada, la cual puede despojar al ser humano de su alma. Mediante los personajes de las obras del escritor y de las situaciones a las que estos se enfrentan, Sábato ha reflejado esa angustia por la soledad y por otros aspectos que desde siempre lo han atormentado, los cuales se pueden ejemplificar a través de personajes como Juan Pablo Castel, protagonista de su primera novela. Este personaje ha conseguido adentrarse en el pensamiento del lector, haciendo que este llegue a comprender su dolor y sufrimiento a lo largo de la novela a pesar de que sus acciones están alejadas del concepto ético-moral del ser humano. Esto es debido a que la soledad que este siente viene dada por razones que nos va mostrando a través de sí mismo y de otros personajes, ya que conocemos al resto de estos a través de la mirada de Castel. Es decir, este se autodefine a través de su discurso y, al mismo tiempo, nos hace ver cómo son y cómo se comportan a sus ojos otros personajes de la novela.
En recuerdo de Belén Castro Morales, el faro que con su luz ha conseguido guiar a generaciones. También mi agradecimiento a Javier Izquierdo Reyes por su esfuerzo y dedicación inculcando esa pasión a los que estamos aún rompiendo el cascarón.
Al hablar sobre el Modernismo hispanoamericano se despiertan imágenes de algunos nombres propios del movimiento: Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Herrera y Reissig o Julián del Casal son algunos de ellos. Es innegable que la presencia del poeta nicaragüense acaba eclipsando a sus contemporáneos. Esto se debe a que se le considera la mecha de un movimiento que tiene inmensas inspiraciones en los simbolistas y parnasianos europeos.
Conocí a Cintia Machín Morín en abril de este año en la Escuela de Arte Pancho Lasso. Yo estaba en Lanzarote por un asunto completamente distinto, pero reconozco que conocerla fue el mayor descubrimiento de aquel viaje. Tímida y risueña, me habló de su obra con naturalidad, y supe enseguida que su alma no estaba contaminada por la vanidad ni por la ambición. Recuerdo que hablamos sobre distintas disciplinas creativas, y me sentí enriquecida por su visión de las artes y del acto creativo. Hoy retomo con ella aquella conversación amistosa, en señal de enhorabuena por la escultura que acaba de inaugurar en San Sebastián de La Gomera.
Tu formación en Bellas Artes procede de la Escuela de Arte Pancho Lasso, en Lanzarote, y de la Universidad Complutense de Madrid. ¿Por qué decidiste viajar a la capital española para formarte en lugar de hacerlo en las islas?
Tenía claro cuando terminé mi bachillerato artístico que quería dedicarme a las Bellas Artes. Ahí fue cuando sopesé las diferentes opciones que tenía para estudiar y me decidí por Madrid. Quizá el hecho de que fuera la capital, con todo lo que tiene para ofrecer en cuanto a vida cultural y exposiciones, fuera uno de los motivos por los que elegí la Universidad Complutense. Y creo que fue la decisión acertada. Además allí me empapé de un ambiente artístico que me ha hecho ser como soy a día de hoy.
Al costado de la ruta un cartel decía
segunda vía del bypass
una palabra en inglés en el medio
del campo uruguayo;
oriente y accidente.
Casitas de colores cada tanto
de a rachas
inconstantes,
incómodas como todo
lo imprevisible
excepto los primeros romances.
Solo los primeros son romances
después es ritmo.