Ramiro Rosón
Ahora tú, vieja asesina,
Europa, vete al baile de gala,
y susurra a los invitados
qué bella parecías
en tus mejores años de cordura,
cuando la sangre de los otros
no manchaba tus labios,
ni las oscuras larvas de la muerte,
con el hambre de las carcomas,
iban comiéndose tu corazón enfermo.
Nada te importa, al fin y al cabo,
lo que digan los hombres,
las mujeres, los niños
que se ahogan mirando la silueta
de tus orillas en el horizonte.
Sus gritos no dejan de invocarte
con el salmo de las estrellas,
desde la tumba de las aguas.
Pero tú no los oyes: hace mucho
que una bala perforó tus oídos.
Olvidaste con alegría
la noche más oscura de la historia,
cuando tus hijos calcinados
bebieron la negra leche del alba.
Ahora tú, vieja asesina,
baila sin lágrimas ni recuerdos,
baila en el teatro de sombras.
Una orquesta seguirá tocando
el vals de los fantasmas,
la polca de los huesos,
hasta que todo se derrumbe,
y tus vestidos y tus joyas
caigan lanzados al río de la noche.
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